OVEJAS VERSUS CISNES
Las ovejas son en el mundo al revés las nubes que contemplan las estrellas cuando se tienden boca abajo en su oscuro patio. Para nosotros las ovejas son de día, un dios hechizado de mansedumbre y de noche, se convierten en preguntas, en dientes y pendientes que nos muerden las uñas y andan a sus anchas en los patios del insomnio. Contar ovejas es un conjuro contra la tiroides de un demonio. Por eso las mañanas nos animan a sacarle punta a los lápices, a que vuelva la dentadura a la boca y llevar el rebaño de ovejas al manso corral de la rutina. Pero vuelve la noche y las ovejas me miran con sus ojos mansos y redondos y preguntan ¿Por qué veo en tus manos las manos de tu padre muerto? ¿Quién duerme en el espacio vacío de tu cama?
¿Cómo duele un equinoccio en la costilla? ¿Retoñará, alguna vez, un fruto
de las palabras que plantaste como un árbol imposible? ¿Por qué sueñas con
relojes de arena, si todo se va haciendo polvo?
Hasta que descubrí los cisnes negros y en lugar de las nubes vi el inmenso
lago del cielo y cada cisne con su hermoso cuello de pregunta infinita me
abrazaba extendiendo las alas. Los cisnes negros son en el mundo al revés, las
estrellas que las nubes contemplan cuando se pasean por los lagos. Para
nosotros un cisne negro es un manso ángel que no interroga, ni responde: en
silencio y junto a ellos, somos nosotros la pregunta y te deja soñar con
relojes de polvo, con el polvo que va quedando de tus días.
TRATADO SOBRE EL CABELLO
todas las cosas grandes
inician con una idea en una cabeza despeinada
cómo pudo —por decirlo así— crear Dios el universo con una cabeza engomada
¿qué habría hecho Noé adentro del Arca con una cabeza de mayordomo
o Jesucristo en el Monte si sus cabellos no se hubiesen entrelazado con el viento?
Heráclito salió del río tan despeinado como Arquímedes de la bañera
y a Sócrates y a Platón les crecía sobre su calvicie una cabellera desorbitada
es sabido que Homero murió arrancándose los pelos de la desesperación
y que Cervantes Quevedo y Góngora se peinaban
como Shakespeare solamente el bigote
Juana de Arco ardió más fuerte en la hoguera por su aguerrida cabellera
y en la antigüedad
los primeros hombres en sembrar el café y el maíz
los chamanes y los sacerdotes
los que tallaron en las lejanas piedras los primeros poemas
todos son parte de los anónimos despeinados de siempre
después
a Newton lo despeinó una manzana
a Tomas Alba Edison la electricidad le puso los pelos de punta
Bach disimulaba su melena con una peluca
y Leonardo da Vinci se despeinaba también las barbas
todos los ángeles del cielo las hespérides las musas
las sirenas y las mujeres que saben volar
todos y todas tienen extensas cabelleras destrenzadas
en la historia reciente
Albert Einstein fue el más despeinado del siglo XX
y Adolf Hitler por supuesto
el de los cabellos más ordenados
pero las cosas grandes también son cosas sencillas
como aquellos que llegan su casa apresurados por despeinarse
o los niños cuando aprenden del amor despeinando a sus madres
es obvio que los sueños nacen en las cabezas dormidas
porque siempre están despeinadas
y los amantes que sobre todas las cosas se despeinan
cuando se besan y se aman
por eso les digo:
hay que desconfiar de un amor que no te despeina
SEPULTURA DEL TACTO
Aquella habitación que, acaso, guarda ahora
solo el recuerdo vivo de un único habitante
Francisco Brines
Desde la soledad de las paredes
imagino la casa abandonada:
Una finísima capa de polvo
cae sobre los días, cosa fúnebre
sin familia;
comienza con la huella de tu pie
—calor desnudo sobre losa fría—,
después sepulta el tacto
hasta que un viento suave y laborioso
hace las veces de sepulturero.
Los muros atestiguan
el paso lúgubre de las arañas,
y en sus ladrillos quedan
discusiones, rutinas y costumbres.
Los boleros que tanto te gustaban
se lamentan en esas manchas húmedas,
y recuerdan que aquel repella y pinta
siempre fiel al servicio de la muerte.
A las paredes las destruye el tiempo,
en sus escombros me hallarán.
KIRIBATI
Kiribati es una isla en medio del océano Pacífico
integrada por un grupo de
33 atolones coralinos y una isla volcánica
(Banaba) según lo han escrito en la Wikipedia
siempre quise escribir sobre esa isla
quizás algún poema que titulara: «Viaje imaginario a Kiribati»
pero Kirabati ya no es el futuro
desde 2011 es el último lugar del planeta
en dar la vuelta al calendario
después de ser el primero
y lo que yo quería era estar un día delante de la vida
viajar a Kiribati el día de mi muerte para no morirme
ser el primero en decirle te amo a una mujer en un año nuevo
quería viajar al futuro para encontrarme al niño que habité en el ayer
y guardar como en una bolsa de canicas
24 horas más para hacer lo que quiera
Kiribati decidió de pronto ser el pasado
ya no quiero ir a Kiribati
ÁPSIDES 3
Desaté la soga de una barca en el muelle; su mansedumbre y su silencio me recordó la imagen de un elefante echado, en cautiverio. Le leí poemas deshaciendo los nudos que la ataban, luego la vi alejarse mar adentro.
Desde entonces escribo para liberar a otras barcas atrapadas como animales blancos, invito a los barcos de vela a declararle su amor a los pianos; el amor es posible. Yo me enamoré de una barca atada en el muelle, una barca que nunca partirá.
ANIMAL NO IDENTIFICADO
no entraron en el Arca:
las jirafas
que en un principio tenían el cuello corto
y que cabizbajas andaban por la selva anhelando
las hojas más altas
el Dodo y el Solitario de Rodríguez
que olvidados en las islas inhabitadas del océano Índico
renunciaron a la divina gracia del vuelo
los cisnes negros
porque no fueron creados por Dios sino por un poeta
todos los peces
las grandes ballenas
y los más pequeños organismos
en el ojo de una niña que llora
tampoco los dragones unicornios y pegasos
de las aves solo las domésticas
las gallinas los gansos los patos el gallo
y como consta en las Sagradas Escrituras: la paloma
se quedaron afuera los centauros
las nereidas los faunos y los animales esféricos de Borges
porque eran muchos y muy grandes
también
la mayoría de los dinosaurios
pero de todos los animales que entraron
no reconozco al animal que recorre mi cuerpo
Rolando Kattan (Tegucigalpa, Honduras, 1979) es poeta, gestor cultural, miembro correspondiente de la Real Academia Española de la Lengua y miembro de número de la Academia Hondureña de la Lengua. Ha publicado nueve libros, el más reciente Los cisnes negros (2021), ganó en septiembre de 2020, el XX Premio Casa de América de Poesía Americana. Su obra ha sido traducida parcialmente a más de una docena de idiomas.
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