Más allá de la casa bonita
Más allá de la casa bonita te encuentro
atrapado en un
matorral, al borde de la selva,
la piel quemada
por el feroz sol que te ha perseguido
desde las geografías más remotas, de Ceilán
y Costa de
Marfil. Dejaste huellas en esas riberas,
en tus andanzas
con Adiaffi por los bosques
en busca de
nombres de árboles
y de la savia de sus duendes
para robustecer el genio y estar listo para regresar a casa,
a la metrópolis que te daba la bienvenida con lagunas
y peces, panaderīas y el Centro Cultural Francés,
sesenta lenguas, vida cosmpolita, casas bonitas.
Adiaffi ya esta muerto. Recibí la noticia
por correo electrónico; se fue con sus duendes
por barco atravesando las lagunas en la selva profunda
donde los alaridos de loros y gritos de monos lo acompañaban.
No sé si puedo ver otra vez Jaffna, el polo norte
de mi cosmos donde nació mi padre; este poema
se convierte en un discurso ante el espejo al borde
del puente que tiembla. La tormenta nos estraga
como estragaba al anciano que perdió su razón
en el baldío y recitó cinco veces “nunca,” te digo
nunca. Nunca te encontraré más allá de la casa bonita.
Nunca me encontrarás colgado en el árbol
con mis manos
atadas, nunca verás el
sacrificio
entre las
coordenadas de tus lentes, nunca pondrás
atención a otro loco sureño, borracho de savia fermentada
de palmera, con
camarones gigantes en su bolsa
y la idea increíble que la poesía puede salvar
a una pareja. La
poesía no
hace nada, explicó Auden
para siempre,
sobrevive en la soledad encarcelada
donde el reo mora
y necesita el aleteo de alas y el canto
aún el rasguño de una rata; está fuera, más allá
de la casa
bonita, en un rincón del
sepulcro
de Adiaffi; come
arroz salvaje, renacuajos,
haita el reino de
los duendes.
Frutas dañadas
Tú hablas de daños
repetidos,
de una lucha generalizada contra
la hipocresía, de las mil disculpas
que no valen para calmarte,
para decirte que estamos otra vez
al principio, enfrente del árbik
y sus frutas maléficas
que nos llaman desplegadas
en ramas colgantes,
que nos ofrecen su madurez.
Los elefantes están en el jardin
Veo los elefantes en el jardín,
Papá, tambiéna a la serpiente blanca
que espía desde el tronco del neem
silbando veneno. Papá: veo un jabalí
en el matorral, la enramada
quemándose en su olor. Papá:
saca tu escopeta. Quiero
comer carne de jabalí y mirar
su cabeza en mi pared.
Papá: veo los elefantes
en el jardín, la perdiz
y el gallo salvaje
a los que disparaste
desde el aire y el arbusto
para conquistar solo
la rica cosecha de la jungla.
Siempre fuiste deportista.
Cazabas los pájaros al vuelo
y acechabas a los jabalíes
que estaban por atacar.
Tu vida o la de ellos.
Veo los elefantes en el jardín.
Y los cazadores furtivos
con ojo preciso devorando
sus cuernos en sueños
construyendo grandes
palacios, reuniendo
riqueza en acero inoxidable.
Papá: el deporte se acabó.
Los elefantes están en el jardín.
Y no hay selva
y hay muchos cuchillos,
tenedores y tractores y niños
para alimentar y guerrilleros
ocultándose en la sombra
del neem y del mango
Allí, más allá del patio
en el centro del jardín
donde construirás
para entregar como dote
la casa de tu última hija,
los elefantes despliegan
sus pesados cuerpos
cansados del viaje
hacia el norte
y hacia el sur, la larga travesía
de la manada hasta alguna
casa segura y en paz.
La candente rosa
La más bella rosa
florece entre arbustos
y pasto salvaje,
más allá del cerro,
donde la lluvia
la riega de noche,
y el sol se despierta
por las mañanas
con su candente lengua.
No hay otro remedio.
Hay que desvestirse
de los pendientes
citadinos, dejar
la ropa y la
corbata
para otro día,
y desnudo
caminar, correr,
volar hacia el incendio.
Regalo
Quieres
que te regale un poema,
original,
hecho con las arrugas
de
estas manos, con las distracciones
que
me asedian cuando empieza
el
día. Eres una de ellas,
que
hace que mi corazón
salte
de su lecho y mi cuerpo
se
llene con una savia dulce,
como
el sabor de ti
cuando
regreso a la alcoba
de
pronto y te encuentro,
cabellera
negra sobre piel
de
aceituna olor de rosas
El abolengo
Borges nos mira,
soñador y joven,
desde la solapa
de sus Obras
completas.
Tagore
con cabello cano
está envuelto
en una bufanda.
Orwell,
su cara
arrugada...
parece 1948,
varios grandes
están
expuestos en
fotos
y retratos.
¿Cuántos
libros tienes, le
pregunta
mi hijo a su
abuelo?
“Elige uno.”
El reino al
borde
del mar. Theroux escribió
el verso para
bautizar
un viaje inglés.
Perteneció una
vez
a Edgar Allen Poe
en “Annabel Lee.”
Ahora, construiré
mi casa al borde
del mar con
antiguos
y nuevos troncos,
madera flotante,
percebes
enredados
en maleza, ancla,
proa y casco.
Neruda llenó
su hogar y su
jardín
con el mar.
Ahora, me
pertenece todo.
Biografía de Indran Amirthanayagam
Indran Amirthanayagam (www.indranmx.com) es poeta, músico, diplomatico y editor estadounidense. Director del canal The Poetry Channel, en youtube, redige la revista The Beltway Poetry Quarterly (www.beltwaypoetry.com). Es un curador del plataforma literaria www.ablucionistas.com, anfitrión de Poetry at the Port, una serie de poesia en voz alta, y Poets & Writers Studio International (PWSI), una serie virtual. Es uno de los dirigientes de DC-ALT, una asociacion de traductores literarios. Es bachiller en Literatura Inglesa de Haverford College y tiene una maestría en periodismo de la Universidad de Columbia.
Es poeta, ensayista y blogger en inglés, español, francés,
portugués y creole haitiano (http://indranamirthanayagam.blogspot.com). Ha
publicado 20 colecciones de poesía, incluyendo Blue Window/Ventana Azul
(Lavender Ink/Dialogos Books, 2021),
The Migrant States (Hanging Loose Press, 2020), Sur l'ile
nostalgique (L'Harmattan, 2020) y Lirica a tiempo (Mesa Redonda,
Lima, 2020). Otros poemarios incluyen Il n'est de solitude que l'île
lointaine (Legs Editions, Haiti, 2017), The Elephants of Reckoning (Hanging
Loose Press, NY, 1993) que ganó el Premio Paterson 1994 en los Estados Unidos, Uncivil
War (Mawenzi House, Canada, 2013), Sin adorno: lírica para tiempos
neobarrocos (Universidad Auntonoma de Nuevo Leon, 2013) Ventana
azul ( El Tapiz del Unicornio, México, 2016) Coconuts on Mars, Paperwall
Publishers, Mumbai, 2019 (www.paperwall.in), En
busca de posada (Apogeo, Lima, 2019), y Paolo 9 (Manofalsa, Lima,
2019).
Su ahora legendario primer poemario escrito en español, El
infierno de los pájaros, fue prologado por José Emilio Pacheco y ilustrado
por José Luis Cuevas. Carlos Monsivais lo presentó en la Casa del Poeta una
tarde de la primavera de 2001. En criollo haitiano, publicó Pwezi a Kat Men, un diálogo poético entre Amirthanayagam y
el poeta Haitiano Alex LaGuerre (Delince Editions, EEUU, 2017). En música, ha producido el disco Rankont Dout
(enero, 2018), una colaboracion con diversos musicos Haitianos. Ha publicado
artículos y ensayos en The New York Times, The Hidu, Reforma, El Norte, The
Indian Express, The Deccan Chronicle, The Daily News (Sri Lanka), The Island
(Sri Lanka), entre otros periódicos. Sus poemas han sido publicados en El Mal
Pensante (Colombia), La Otra Iglesia es Imposible (Argentina), El Norte
(Mexico), y The Kenyon Review (Estados Unidos), entre otras revistas y
periodicos.
Se los encuentran en las antologías ALOUD: Voices from the Nuyorican Poets Café, The Open Boat: Poems from Asian America, Language for a New Century, Reversible Monuments:Contemporary Mexican Poetry, Living in America, The Poetry of Roses, Only the Sea Keeps: Poetry of the Tsunami, entre otros. Amirthanayagam ha leido en festivales de poesía en diversos paises. Ha editado publicaciones especiales o secciones de las revistas BOMB y The Portable Lower East Side. Ha dirigido talleres de poesía en los Estados Unidos, México, Haiti, y Argentina. Sus colecciones en español incluyen El infierno de los pájaros (Resistencia/Ciudad de México, 2001), El Hombre que Recoge Nidos (Resistencia/CONARTE, Ciudad de México, 2005), Sol Camuflado (Ediciones Lustra, Lima, 2011) y La Pelota del Pulpo ( Editorial Apogeo, Lima, 2013). Ha recibido becas de Foundation for the Contemporary Arts, the New York Foundation for the Arts, the U.S/Mexico Fund for Culture, y the Macdowell Colony. Ganó los Juegos Florales de Guayamas, Sonora en 2006.
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