26/09/2021

Conexão Espanha: Poesias de Juan Manuel Rodríguez Tobal.

Juan Manuel Rodríguez Tobal 

MANZANAS


Arco frágil del canto.

Desde los dedos últimos del aire

el corazón de otoño:

grillos breves.

 

Abre otoño las aguas

sobre un fondo amarillo de manzanas.

Abre otoño las aguas y allí creces

como crece el espacio en ojos ciegos,

como crecen los labios olvidados

cuando la piel del mundo se aquieta en lo que besa.

 

¿Fue el gallo en su verdor

el canto nunca?

 

Arco frágil. 

                      Otoño.

Grillos breves.

 

Tal vez la terquedad de las manzanas

o el exceso de azul en lo que mira.

 

****

 EL ALA


Inmensa es la extensión

del ala herida.

 

Tú te adentras en ella.

Atiendes la palabra

que no será por nadie allí escuchada.

 

Tú dices la ceguera,

la blancura sin lindes

que no conoce sombra de la lluvia.

 

Saberse así perdido

en esta llama horizontal del canto.

 

Saberse no encontrado

por más que este sonido,

ebrio de soledad y de certeza,

en la oquedad del cielo

acaso exista.

 

El ala o el desierto.

 

Decir.

             La huella apenas

que prepara el camino

para los pies del frío.


****

LOS RÍOS


Todo se va con ellos:

el corazón,

la lluvia,

el peso de las flores.

 

También tus alas se hacen transparentes

cuando rozan su aliento

sin cuerpo todavía.

 

Todo se va con ellos.

El silencio que arde en la raíz del canto

y aquel que no es promesa

porque nada ilumina.

 

Ahora sabes mirarlos.

                                         Reconoces su muerte

como quien oye el vuelo

en la sombra de un pájaro.

 

La luz es un aroma cada día más tenue.

La luz en ti se cumple,

no termina.

 

Has perdido los ojos.

Ya no crees en la noche.

 

También la sed se marcha con los ríos.



 ****

En el pequeño huerto

alguien dejó una higuera.

Yo tenía piedad de aquellas hojas

a cuya sombra nunca debíamos dormir.

 

Yo no sé si hubo un huerto,

pero sé que guardábamos la llave

de un espacio que es hoy

mi verdad más segura.

 

Yo tenía piedad.

                               Bajo la mala sombra

su orfandad sin prestigio cobijaba

mi última soledad de criatura.



 *****

La primavera no te necesita.

Di una palabra ahora.

                                        El dolor, el amor

saben pocas palabras.

Igual que el sufrimiento.

 

Di una palabra ahora que aún no signifique,

una palabra mínima que nunca haya soñado.

Álzala por encima del sentido

como el anuncio de una conmoción

que no puede andar lejos.

 

La primavera no te necesita

y algo está por llegar que nadie sabe

porque no tiene nombre.

 

Di una palabra, di

su espejo anticipado. 



****

Estoy mirando ahora el mar inmóvil.

En otro tiempo

yo vigilaba la inmovilidad, 

vigilaba mis uñas 

por si acaso anduviera todavía 

algo de mí por ellas. 

Algo de mí, no yo. 

Sé que una vez estuve, sin embargo,

perdido entre mis uñas.

 

Estoy mirando ahora el mar inmóvil 

detenido en el agua de este vaso.

Es una piel distinta

de aquella otra del mar de la aventura,

pero me miro en ella: 

agua sin sal, sin sed, sin miedo casi, 

como un agua cansada de tanto corazón.

 

Estoy mirando el mar, miro mis uñas,

y no veo el lugar en que dejé de verme,

en el que algo de mí que no era yo,

y que una vez anduvo por mis uñas,

me separó del mundo.



 ****

Alguien viene a ofrecerme mi cuerpo

para que yo descanse.

Viene desde mí mismo,

cargado con los miembros brevísimos de entonces.

 

Hoy, que todo está helado,

alguien viene a mostrarme que no hay que descifrar

el misterio de la respiración

y de las esperanzas.

 

Viene con mi sonrisa a recordarme

que la felicidad

no fue temperatura de nuestra vida nunca,

y que siempre ha sabido reír nuestra tristeza.

 

Reír nuestra tristeza

(viene, viene)

por más que nunca hayamos

sobrevivido a ella.



****

Tardó una vida en despojarse

de cuanto había sido.

Se desprendió primero de las cosas.

Después de las certezas, las dudas, las razones,

de su hoguera exterior, de la vergüenza

de aquel último rostro sin infancia

en el que había dado con los años.

 

Pero no dijo adiós a la alegría,

no al resplandor sin sombra del misterio.

Sólo quiso ser fiel a la pobreza,

de la pobreza digno.

 

La muerte fue ocupando cada vez más lugar.

 

Como las amapolas,

dónde morir no supo

 


Juan Manuel Rodríguez Tobal (Zamora, España, 1962)

Poeta, traductor y profesor de lenguas clásicas. Perteneció en Zamora al grupo poético Magua Sociedad Literaria y fue editor de la colección de poesía “El sinsonte en el patio vecino” de la Fundación Sinsonte en la que aparecieron títulos de los poetas del Caribe Nicolás Guillén, Olga Sánchez Guevara, Aimé Césaire, Saint-John Perse, Aitana Alberti, René Depestre, Martin Carter, Nancy Morejón, Rei Berroa y Waldo Leyva. Ha publicado los libros Dentro del aire (1999, XVII Premio de Poesía Ciudad de Badajoz), Ni sí ni no (2002), Grillos (2003, Premio Internacional de Poesía San Juan de la Cruz), Los animales (2009), Icaria (2010), Esto era (2018) e Issa aliada (2021).

Sus traducciones de los poetas líricos grecolatinos, publicada en su mayoría en la colección de poesía Hiperión, conocen varias reediciones en España. Destacan entre ellas las de Catulo, Ovidio, Virgilio, Safo, Anacreonte y Teognis. Preparó una amplia selección de la lírica arcaica griega titulada El ala y la cigarra, así como de la poesía popular del mismo periodo. Ha traducido también al poeta suizo de habla francesa Philippe Jaccottet.

 

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