26/09/2021

Conexão Espanha: Poesias de Juan Manuel Rodríguez Tobal.

Juan Manuel Rodríguez Tobal 

MANZANAS


Arco frágil del canto.

Desde los dedos últimos del aire

el corazón de otoño:

grillos breves.

 

Abre otoño las aguas

sobre un fondo amarillo de manzanas.

Abre otoño las aguas y allí creces

como crece el espacio en ojos ciegos,

como crecen los labios olvidados

cuando la piel del mundo se aquieta en lo que besa.

 

¿Fue el gallo en su verdor

el canto nunca?

 

Arco frágil. 

                      Otoño.

Grillos breves.

 

Tal vez la terquedad de las manzanas

o el exceso de azul en lo que mira.

 

****

 EL ALA


Inmensa es la extensión

del ala herida.

 

Tú te adentras en ella.

Atiendes la palabra

que no será por nadie allí escuchada.

 

Tú dices la ceguera,

la blancura sin lindes

que no conoce sombra de la lluvia.

 

Saberse así perdido

en esta llama horizontal del canto.

 

Saberse no encontrado

por más que este sonido,

ebrio de soledad y de certeza,

en la oquedad del cielo

acaso exista.

 

El ala o el desierto.

 

Decir.

             La huella apenas

que prepara el camino

para los pies del frío.


****

LOS RÍOS


Todo se va con ellos:

el corazón,

la lluvia,

el peso de las flores.

 

También tus alas se hacen transparentes

cuando rozan su aliento

sin cuerpo todavía.

 

Todo se va con ellos.

El silencio que arde en la raíz del canto

y aquel que no es promesa

porque nada ilumina.

 

Ahora sabes mirarlos.

                                         Reconoces su muerte

como quien oye el vuelo

en la sombra de un pájaro.

 

La luz es un aroma cada día más tenue.

La luz en ti se cumple,

no termina.

 

Has perdido los ojos.

Ya no crees en la noche.

 

También la sed se marcha con los ríos.



 ****

En el pequeño huerto

alguien dejó una higuera.

Yo tenía piedad de aquellas hojas

a cuya sombra nunca debíamos dormir.

 

Yo no sé si hubo un huerto,

pero sé que guardábamos la llave

de un espacio que es hoy

mi verdad más segura.

 

Yo tenía piedad.

                               Bajo la mala sombra

su orfandad sin prestigio cobijaba

mi última soledad de criatura.



 *****

La primavera no te necesita.

Di una palabra ahora.

                                        El dolor, el amor

saben pocas palabras.

Igual que el sufrimiento.

 

Di una palabra ahora que aún no signifique,

una palabra mínima que nunca haya soñado.

Álzala por encima del sentido

como el anuncio de una conmoción

que no puede andar lejos.

 

La primavera no te necesita

y algo está por llegar que nadie sabe

porque no tiene nombre.

 

Di una palabra, di

su espejo anticipado. 



****

Estoy mirando ahora el mar inmóvil.

En otro tiempo

yo vigilaba la inmovilidad, 

vigilaba mis uñas 

por si acaso anduviera todavía 

algo de mí por ellas. 

Algo de mí, no yo. 

Sé que una vez estuve, sin embargo,

perdido entre mis uñas.

 

Estoy mirando ahora el mar inmóvil 

detenido en el agua de este vaso.

Es una piel distinta

de aquella otra del mar de la aventura,

pero me miro en ella: 

agua sin sal, sin sed, sin miedo casi, 

como un agua cansada de tanto corazón.

 

Estoy mirando el mar, miro mis uñas,

y no veo el lugar en que dejé de verme,

en el que algo de mí que no era yo,

y que una vez anduvo por mis uñas,

me separó del mundo.



 ****

Alguien viene a ofrecerme mi cuerpo

para que yo descanse.

Viene desde mí mismo,

cargado con los miembros brevísimos de entonces.

 

Hoy, que todo está helado,

alguien viene a mostrarme que no hay que descifrar

el misterio de la respiración

y de las esperanzas.

 

Viene con mi sonrisa a recordarme

que la felicidad

no fue temperatura de nuestra vida nunca,

y que siempre ha sabido reír nuestra tristeza.

 

Reír nuestra tristeza

(viene, viene)

por más que nunca hayamos

sobrevivido a ella.



****

Tardó una vida en despojarse

de cuanto había sido.

Se desprendió primero de las cosas.

Después de las certezas, las dudas, las razones,

de su hoguera exterior, de la vergüenza

de aquel último rostro sin infancia

en el que había dado con los años.

 

Pero no dijo adiós a la alegría,

no al resplandor sin sombra del misterio.

Sólo quiso ser fiel a la pobreza,

de la pobreza digno.

 

La muerte fue ocupando cada vez más lugar.

 

Como las amapolas,

dónde morir no supo

 


Juan Manuel Rodríguez Tobal (Zamora, España, 1962)

Poeta, traductor y profesor de lenguas clásicas. Perteneció en Zamora al grupo poético Magua Sociedad Literaria y fue editor de la colección de poesía “El sinsonte en el patio vecino” de la Fundación Sinsonte en la que aparecieron títulos de los poetas del Caribe Nicolás Guillén, Olga Sánchez Guevara, Aimé Césaire, Saint-John Perse, Aitana Alberti, René Depestre, Martin Carter, Nancy Morejón, Rei Berroa y Waldo Leyva. Ha publicado los libros Dentro del aire (1999, XVII Premio de Poesía Ciudad de Badajoz), Ni sí ni no (2002), Grillos (2003, Premio Internacional de Poesía San Juan de la Cruz), Los animales (2009), Icaria (2010), Esto era (2018) e Issa aliada (2021).

Sus traducciones de los poetas líricos grecolatinos, publicada en su mayoría en la colección de poesía Hiperión, conocen varias reediciones en España. Destacan entre ellas las de Catulo, Ovidio, Virgilio, Safo, Anacreonte y Teognis. Preparó una amplia selección de la lírica arcaica griega titulada El ala y la cigarra, así como de la poesía popular del mismo periodo. Ha traducido también al poeta suizo de habla francesa Philippe Jaccottet.

 

21/09/2021

Conexão América Latina/ Quito, Equador: Aleyda Quevedo Rojas

Aleyda Quevedo Rojas

 

CORALES

 

No importa la profundidad del descenso

o la imposible maleza derramada en el camino.

Es largo y frío el viaje sobre oscuros caballos.

Ejercicio de inmersión y belleza piadosa

hasta pisar altos jardines de coral negro.

Entre mi dolor –que conozco tanto desde el lodo-

 y el universo poco explorado por la falta de tus palabras,

me quedan flotando la impenetrabilidad de la música y la sal.

Las medusas atrapadas entre mis pestañas me jalan rápido.

Más no importa el precio del descenso.

Es necesario volver al camino consciente del miedo

y el aliento del océano golpeándome en la nuca.

 

          

  ESCRIBIR


Desde mi antigua ascendencia emocional escribir al amor que te tengo y que pasará. Manteniéndome leal a la lengua que hablo y escribo con método. Porque una se explica el mundo desde la lectura y el amor desde la experiencia del deseo. No sé amarte de otra manera que no sea escribiéndote. Más sé bien que tu amor pasará entre lluvia menuda. Escritura que en su duración nos hace temblar y luego se diluye en las laderas de la memoria. Escribir para nombrar mi deseo por vos, lo que yo creí intenso y en los breves días pasó, porque es imposible escribir de eso: lo innombrable del amor y su alcalinidad, lo que se ama y no se posee, la carne y la temperatura de un beso que jamás volveré a entregarte.

 


VIRILVIDRIO


Aún hierve el vidrio

en mi boca

la lengua indefensa

te busca

cristal fatídico

 

Destrozaste

mis labios

transparencia sin reemplazo.

 

 

ALGUNAS ROSAS VERDES

 

Esta mujer de hechizos

de mentiras y yeso

teje las medias

más cálidas

para el día de su muerte

 

Una cruz

una caja de madera

algunas rosas verdes esperan por ella

 

No hay temor a la muerte

Solo pido

sea justa.

 

 

¿Quién soy?

 

¿Quién soy?

Tal vez la mujer senos de ámbar

y pies helados que escribe versos

para reconfortarse 

Más la poesía 

solo logra descarrilarme

Como el tren rojo que soy

Ese tren que se abre paso

entre las montañas puntiagudas 

y difíciles de algún país

Ese tren que nunca llega 

a ninguna estación de humo

Esta mujer que emana voces

Trenes y más trenes

que me esperan

Versos para sobrevivir

¿Quién soy?

Quizá este cuerpo encendido

que aún guarda tus huellas en los pliegues.

 

Aleyda Quevedo Rojas

Poeta, editora, comunicadora, ensayista literaria y activista cultural, (Quito, Ecuador, 1972). Editora del catálogo digital de poesía Alfabeto del Mundo cuyos libros están disponibles para descarga sin costo en: http://lacastalia.com.ve/                  

https://edicionesdelalineaimaginaria.com/

Ha escrito y publicado 10 libros de poesía, cinco de los cuales tienen segunda edición en 5 países. “Cierta manera de la luz sobre el cuerpo” es la antología que reúne su obra. Obtuvo el Premio Nacional de Poesía “Jorge Carrera Andrade” con su libro: “Algunas rosas verdes”. Sus poemarios “Soy mi Cuerpo” y “Jardín de Dagas”, han sido traducidos al francés, y este último publicado en Francia.

Ha representado a su país en los más importantes encuentros, ferias del libro y festivales internacionales de escritores en Canadá, España, México, Argentina, Colombia, Nicaragua, Puerto Rico, Perú, República Dominicana, Venezuela, Francia, Cuba, Chile, Uruguay y Brasil. Ha sido traducida al francés, inglés, hebreo, sueco, portugués e italiano. Ha sido curadora y editora de una docena de antologías y libros de diversos autores de América Latina y el Caribe. Trabaja como consultora de comunicación y educación superior en artes. Colabora con la revista: www.vallejoandcompany.com

Conexão América Latina/ Honduras: Rolando Kattan

OVEJAS VERSUS CISNES

 Las ovejas son en el mundo al revés las nubes que contemplan las estrellas cuando se tienden boca abajo en su oscuro patio. Para nosotros las ovejas son de día, un dios hechizado de mansedumbre y de noche, se convierten en preguntas, en dientes y pendientes que nos muerden las uñas y andan a sus anchas en los patios del insomnio. Contar ovejas es un conjuro contra la tiroides de un demonio. Por eso las mañanas nos animan a sacarle punta a los lápices, a que vuelva la dentadura a la boca y llevar el rebaño de ovejas al manso corral de la rutina. Pero vuelve la noche y las ovejas me miran con sus ojos mansos y redondos y preguntan ¿Por qué veo en tus manos las manos de tu padre muerto? ¿Quién duerme en el espacio vacío de tu cama?

¿Cómo duele un equinoccio en la costilla? ¿Retoñará, alguna vez, un fruto de las palabras que plantaste como un árbol imposible? ¿Por qué sueñas con relojes de arena, si todo se va haciendo polvo?

Hasta que descubrí los cisnes negros y en lugar de las nubes vi el inmenso lago del cielo y cada cisne con su hermoso cuello de pregunta infinita me abrazaba extendiendo las alas. Los cisnes negros son en el mundo al revés, las estrellas que las nubes contemplan cuando se pasean por los lagos. Para nosotros un cisne negro es un manso ángel que no interroga, ni responde: en silencio y junto a ellos, somos nosotros la pregunta y te deja soñar con relojes de polvo, con el polvo que va quedando de tus días.

 


 TRATADO SOBRE EL CABELLO

 

todas las cosas grandes

inician con una idea en una cabeza despeinada

cómo pudo —por decirlo así— crear Dios el universo con una cabeza engomada

¿qué habría hecho Noé adentro del Arca con una cabeza de mayordomo

o Jesucristo en el Monte si sus cabellos no se hubiesen entrelazado con el viento?

 

Heráclito salió del río tan despeinado como Arquímedes de la bañera

y a Sócrates y a Platón les crecía sobre su calvicie una cabellera desorbitada

 

es sabido que Homero murió arrancándose los pelos de la desesperación

y que Cervantes Quevedo y Góngora se peinaban

como Shakespeare solamente el bigote

 

Juana de Arco ardió más fuerte en la hoguera por su aguerrida cabellera

y en la antigüedad

los primeros hombres en sembrar el café y el maíz

los chamanes y los sacerdotes

los que tallaron en las lejanas piedras los primeros poemas

todos son parte de los anónimos despeinados de siempre

 

después

a Newton lo despeinó una manzana

a Tomas Alba Edison la electricidad le puso los pelos de punta

Bach disimulaba su melena con una peluca

y Leonardo da Vinci se despeinaba también las barbas

 

todos los ángeles del cielo las hespérides las musas

las sirenas y las mujeres que saben volar

todos y todas tienen extensas cabelleras destrenzadas

 

en la historia reciente

Albert Einstein fue el más despeinado del siglo XX

y Adolf Hitler por supuesto

el de los cabellos más ordenados

 

pero las cosas grandes también son cosas sencillas

como aquellos que llegan su casa apresurados por despeinarse

o los niños cuando aprenden del amor despeinando a sus madres

es obvio que los sueños nacen en las cabezas dormidas

porque siempre están despeinadas

 

y los amantes que sobre todas las cosas se despeinan

cuando se besan y se aman

por eso les digo:

hay que desconfiar de un amor que no te despeina

 

 

 SEPULTURA DEL TACTO

 

Aquella habitación que, acaso, guarda ahora

solo el recuerdo vivo de un único habitante

Francisco Brines

 

Desde la soledad de las paredes

imagino la casa abandonada:

 

Una finísima capa de polvo

cae sobre los días, cosa fúnebre

sin familia;

 

comienza con la huella de tu pie

—calor desnudo sobre losa fría—,

después sepulta el tacto

hasta que un viento suave y laborioso

hace las veces de sepulturero.

 

Los muros atestiguan

el paso lúgubre de las arañas,

y en sus ladrillos quedan

discusiones, rutinas y costumbres.

 

Los boleros que tanto te gustaban

se lamentan en esas manchas húmedas,

y recuerdan que aquel repella y pinta

siempre fiel al servicio de la muerte.

 

A las paredes las destruye el tiempo,

en sus escombros me hallarán.

 

 

KIRIBATI


 Kiribati es una isla en medio del océano Pacífico

integrada por un grupo de 33 atolones coralinos y una isla volcánica

(Banaba) según lo han escrito en la Wikipedia

siempre quise escribir sobre esa isla

quizás algún poema que titulara: «Viaje imaginario a Kiribati»

pero Kirabati ya no es el futuro

desde 2011 es el último lugar del planeta

en dar la vuelta al calendario

después de ser el primero

y lo que yo quería era estar un día delante de la vida

viajar a Kiribati el día de mi muerte para no morirme

ser el primero en decirle te amo a una mujer en un año nuevo

quería viajar al futuro para encontrarme al niño que habité en el ayer

y guardar como en una bolsa de canicas

24 horas más para hacer lo que quiera

Kiribati decidió de pronto ser el pasado

ya no quiero ir a Kiribati



 ÁPSIDES 3

Desaté la soga de una barca en el muelle; su mansedumbre y su silencio me recordó la imagen de un elefante echado, en cautiverio. Le leí poemas deshaciendo los nudos que la ataban, luego la vi alejarse mar adentro.

Desde entonces escribo para liberar a otras barcas atrapadas como animales blancos, invito a los barcos de vela a declararle su amor a los pianos; el amor es posible. Yo me enamoré de una barca atada en el muelle, una barca que nunca partirá.


ANIMAL NO IDENTIFICADO


no entraron en el Arca:

 

las jirafas

que en un principio tenían el cuello corto

y que cabizbajas andaban por la selva anhelando

las hojas más altas

 

el Dodo y el Solitario de Rodríguez

que olvidados en las islas inhabitadas del océano Índico

renunciaron a la divina gracia del vuelo

 

los cisnes negros

porque no fueron creados por Dios sino por un poeta

 

todos los peces

las grandes ballenas

y los más pequeños organismos

en el ojo de una niña que llora

 

tampoco los dragones unicornios y pegasos

de las aves solo las domésticas

las gallinas los gansos los patos el gallo

y como consta en las Sagradas Escrituras: la paloma

 

se quedaron afuera los centauros

las nereidas los faunos y los animales esféricos de Borges

 

porque eran muchos y muy grandes

también

la mayoría de los dinosaurios

pero de todos los animales que entraron

no reconozco al animal que recorre mi cuerpo

 

Rolando Kattan (Tegucigalpa, Honduras, 1979) es poeta, gestor cultural, miembro correspondiente de la Real Academia Española de la Lengua y miembro de número de la Academia Hondureña de la Lengua. Ha publicado nueve libros, el más reciente Los cisnes negros (2021), ganó en septiembre de 2020, el XX Premio Casa de América de Poesía Americana. Su obra ha sido traducida parcialmente a más de una docena de idiomas.

 

19/09/2021

Conexão América Latina: A poesia de Indran Amirthanayagam

 

Indran Amirthanayagam 


Más allá de la casa bonita


Más allá de la casa bonita te encuentro

atrapado en un matorral, al borde de la selva,

la piel quemada por el feroz sol que te ha perseguido

desde las geografías más remotas, de Ceilán

 

y Costa de Marfil. Dejaste huellas en esas riberas,

en tus andanzas con Adiaffi por los bosques

en busca de nombres de árboles y de la savia de sus duendes

 

para robustecer el genio y estar listo para regresar a casa,

a la metrópolis que te daba la bienvenida con lagunas

y peces, panaderīas y el Centro Cultural Francés,

sesenta lenguas, vida cosmpolita, casas bonitas.

 

Adiaffi ya esta muerto. Recibí la noticia

por correo electrónico; se fue con sus duendes

por barco atravesando las lagunas en la selva profunda

donde los alaridos de loros y gritos de monos lo acompañaban.

 

No sé si puedo ver otra vez Jaffna, el polo norte

de mi cosmos donde nació mi padre; este poema

se convierte en un discurso ante el espejo al borde

del puente que tiembla. La tormenta nos estraga

 

como estragaba al anciano que perdió su razón

en el baldío y recitó cinco veces “nunca,” te digo

nunca. Nunca te encontraré más allá de la casa bonita.

Nunca me encontrarás colgado en el árbol

 

con mis manos atadas, nunca verás el sacrificio

entre las coordenadas de tus lentes, nunca pondrás

atención a otro loco sureño, borracho de savia fermentada

de palmera, con camarones gigantes en su bolsa

 

y la idea increíble que la poesía puede salvar

a una pareja. La poesía no hace nada, explicó Auden

para siempre, sobrevive en la soledad encarcelada

donde el reo mora y necesita el aleteo de alas y el canto

 

aún el rasguño de una rata; está fuera, más allá

de la casa bonita, en un rincón del sepulcro

de Adiaffi; come arroz salvaje, renacuajos,

haita el reino de los duendes.

 

Frutas dañadas


Tú hablas de daños repetidos,

de una lucha generalizada contra

la hipocresía, de las mil disculpas

que no valen para calmarte,

para decirte que estamos otra vez

al principio, enfrente del árbik

y sus frutas maléficas

que nos llaman desplegadas

en ramas colgantes,

que nos ofrecen su madurez.


Los elefantes están en el jardin

 

Veo los elefantes en el jardín,

Papá, tambiéna a la serpiente blanca

que espía desde el tronco del neem

silbando veneno. Papá: veo un jabalí

 

en el matorral, la enramada

quemándose en su olor. Papá:

saca tu escopeta. Quiero

comer carne de jabalí y mirar

 

su cabeza en mi pared.

Papá: veo los elefantes

en el jardín, la perdiz

y el gallo salvaje

 

a los que disparaste

desde el aire y el arbusto

para conquistar solo

la rica cosecha de la jungla.

 

Siempre fuiste deportista.

Cazabas los pájaros al vuelo

y acechabas a los jabalíes

que estaban por atacar.

 

Tu vida o la de ellos.

Veo los elefantes en el jardín.

Y los cazadores furtivos

con ojo preciso devorando

 

sus cuernos en sueños

construyendo grandes

palacios, reuniendo

riqueza en acero inoxidable.

 

Papá: el deporte se acabó.

Los elefantes están en el jardín.

Y no hay selva

y hay muchos cuchillos,

 

tenedores y tractores y niños

para alimentar y guerrilleros

ocultándose en la sombra

del neem y del mango

 

Allí, más allá del patio

en el centro del jardín

donde construirás

para entregar como dote

 

la casa de tu última hija,

los elefantes despliegan

sus pesados cuerpos

cansados del viaje

 

hacia el norte

y hacia el sur, la larga travesía

de la manada hasta alguna

casa segura y en paz.

 

 La candente rosa

 

La más bella rosa

florece entre arbustos

y pasto salvaje,

 

más allá del cerro,

donde la lluvia

la riega de noche,

 

y el sol se despierta

por las mañanas

con su candente lengua.

 

No hay otro remedio.

Hay que desvestirse

de los pendientes

 

citadinos, dejar

la ropa y  la corbata

para otro día,

 

y desnudo

caminar, correr,

volar hacia el incendio.

 

 

 Regalo


Quieres que te regale un poema,

original, hecho con las arrugas

de estas manos, con las distracciones

que me asedian cuando empieza

el día. Eres una de ellas,

que hace que mi corazón

salte de su lecho y mi cuerpo

se llene con una savia dulce,

como el sabor de ti

cuando regreso a la alcoba

de pronto y te encuentro,

cabellera negra sobre piel

de aceituna olor de rosas


El abolengo

 

Borges nos mira,

soñador y joven,

desde la solapa

de sus Obras completas.

 

Tagore

con cabello cano

está envuelto

en una bufanda.

 

Orwell,

su cara arrugada...

parece 1948,

varios grandes están

 

expuestos en fotos

y retratos. ¿Cuántos

libros tienes, le pregunta

mi hijo a su abuelo?

 

“Elige uno.”

El reino al borde

del mar. Theroux escribió

el verso para bautizar

 

un viaje inglés.

Perteneció una vez

a Edgar Allen Poe

en “Annabel Lee.”

 

Ahora, construiré

mi casa al borde

del mar con antiguos

y nuevos troncos,

 

madera flotante,

percebes enredados

en maleza, ancla,

proa y casco.

 

Neruda llenó

su hogar y su jardín

con el mar.

Ahora, me pertenece todo.

 


Biografía de Indran Amirthanayagam

Indran Amirthanayagam (www.indranmx.com) es poeta, músico, diplomatico y editor estadounidense. Director del canal The Poetry Channel, en youtube, redige la revista The Beltway Poetry Quarterly (www.beltwaypoetry.com). Es un curador del plataforma literaria www.ablucionistas.com,  anfitrión de Poetry at the Port, una serie de poesia en voz alta, y Poets & Writers Studio International (PWSI), una serie virtual. Es uno de los dirigientes de DC-ALT, una asociacion de traductores literarios. Es bachiller en Literatura Inglesa de Haverford College y tiene una maestría en periodismo de la Universidad de Columbia.

Es poeta, ensayista y blogger en inglés, español, francés, portugués y creole haitiano (http://indranamirthanayagam.blogspot.com). Ha publicado 20 colecciones de poesía, incluyendo Blue Window/Ventana Azul (Lavender Ink/Dialogos Books, 2021),  The Migrant States (Hanging Loose Press, 2020), Sur l'ile nostalgique (L'Harmattan, 2020) y Lirica a tiempo (Mesa Redonda, Lima, 2020). Otros poemarios incluyen Il n'est de solitude que l'île lointaine (Legs Editions, Haiti, 2017), The Elephants of Reckoning (Hanging Loose Press, NY, 1993) que ganó el Premio Paterson 1994 en los Estados Unidos, Uncivil War (Mawenzi House, Canada, 2013), Sin adorno: lírica para tiempos neobarrocos (Universidad Auntonoma de Nuevo Leon, 2013)  Ventana azul ( El Tapiz del Unicornio, México, 2016)  Coconuts on Mars, Paperwall Publishers, Mumbai, 2019 (www.paperwall.in), En busca de posada (Apogeo, Lima, 2019), y Paolo 9 (Manofalsa, Lima, 2019).  

Su ahora legendario primer poemario escrito en español, El infierno de los pájaros, fue prologado por José Emilio Pacheco y ilustrado por José Luis Cuevas. Carlos Monsivais lo presentó en la Casa del Poeta una tarde de la primavera de 2001. En criollo haitiano, publicó Pwezi a Kat Men, un diálogo poético entre Amirthanayagam y el poeta Haitiano Alex LaGuerre (Delince Editions, EEUU, 2017).  En música, ha producido el disco Rankont Dout (enero, 2018), una colaboracion con diversos musicos Haitianos. Ha publicado artículos y ensayos en The New York Times, The Hidu, Reforma, El Norte, The Indian Express, The Deccan Chronicle, The Daily News (Sri Lanka), The Island (Sri Lanka), entre otros periódicos. Sus poemas han sido publicados en El Mal Pensante (Colombia), La Otra Iglesia es Imposible (Argentina), El Norte (Mexico), y The Kenyon Review (Estados Unidos), entre otras revistas y periodicos.

Se los encuentran en las antologías ALOUD: Voices from the Nuyorican Poets Café, The Open Boat: Poems from Asian America, Language for a New Century, Reversible Monuments:Contemporary Mexican Poetry, Living in America, The Poetry of Roses, Only the Sea Keeps: Poetry of the Tsunami, entre otros. Amirthanayagam ha leido en festivales de poesía  en diversos paises. Ha editado publicaciones especiales o secciones de las revistas BOMB y The Portable Lower East Side.  Ha dirigido talleres de poesía en los Estados Unidos, México, Haiti, y Argentina. Sus colecciones en español incluyen El infierno de los pájaros (Resistencia/Ciudad de México, 2001), El Hombre que Recoge Nidos (Resistencia/CONARTE, Ciudad de México, 2005), Sol Camuflado (Ediciones Lustra, Lima, 2011) y La Pelota del Pulpo ( Editorial Apogeo, Lima, 2013). Ha recibido becas de Foundation for the Contemporary Arts, the New York Foundation for the Arts, the U.S/Mexico Fund for Culture, y the Macdowell Colony. Ganó los Juegos Florales de Guayamas, Sonora en 2006.