En recuerdo de los indios que poblaron la isla de Vitória (ES) antes de la colonización portuguesa y durante ella: y para aquellos que, aún hoy, resisten la opresión y luchan por la ciudadanía.
Cuyas
tinieblas casi pueden palparse.
Crece
también una espesura densa,
Donde
los árboles organizan coloquios.
De esa
oscuridad oigo ecos de voces, susurros.
Mi
cuerpo se estremece con el batir de un tambor,
No
puedo ignorar ese ritmo que hace de mí quién soy.
La
sangre espiritual de un pueblo porta
El
registro de la historia de su resistencia.
Vi chocar
dos mundos. Sentí el embate de creencias
y tradiciones.
Vi mi tierra bañada en sangre.
Descubrí
el cortejo de ladrones llevándose muy lejos,
Con el
oro y la madera, la fe, la esperanza y
la alegría…
Todos esos registros permanecen dentro de mí.
Habita
mi profundidad marina una india Tupiniquim
de
cabellos ondulados y ambarina mirada.
Posee habilidades
para preparar ungüentos,
Cura pesadumbres
seculares, resentimientos,
En la
noche, devuelve el arrojo al guerrero.
Cuando curo
un pájaro que cayó del nido,
O
protejo a un animal como si fuera mi hijo,
No soy yo, es ella, la india de cántico dulce…
Cualquier
capixaba refugia un indio en su interior,
Que le impulsa a oponerse a la esclavitud.
Ese
ente posibilita que seamos singulares, especiales…
Necesitamos
aceptar esa marca de Caín
(salvoconducto
de los libres…)
Ser
capixaba es ser heredero de ese pueblo luchador
Es ser
presencia, es ser presente, es ser lo venidero…
(tradução para o castelhano por Pedro Sevylla de Juana)
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