Dedicado a
Amancio Ortega
HIC ET NUNC
Ah, mi
España,
paulatina
síntesis atroz de este Planeta,
lugar donde
al nacer estuve a punto de morir
y hoy, de
impotencia y dolor, acaso muera.
PLANTEAMIENTO
Era jueves,
catorce,
cuando
tout à coup,
de repente
conocimos el
rumor
que aseguraba
la posible inmortalidad
de los ricos
más ricos,
y supimos que
alcanzando en euros
los cien
millones
de capital
uno o diverso,
Dios había
decidido
que los ricos
más ricos vivieran
por lo siglos
de los siglos.
Sentimos, y
hay que destacarlo,
la mayor
alegría
de nuestra
pobre vida de pobres,
contribuyentes
natos y netos
al
enriquecimiento creciente y bien crecido
de los
contrariados,
permanentemente
insatisfechos,
ricos.
Alegría sí,
mucha, inenarrable
-ancianos,
adultos y niños-
pues, al fin,
nuestro
esfuerzo íntegro y constante:
un día
después de otro, hora tras hora
dedicado a
alimentarnos con lo mínimo
y a
enriquecerlos al máximo,
cumplió su
elevado objetivo.
Quedaba
claro,
no éramos tan
inútiles
como nos hizo
creer su descaro.
NUDO
Hubo multitud de comentarios
y algunas
especulaciones;
incluso se llegó a pensar en la existencia
de letra pequeña en el acuerdo,
-fruto de la intervención del Demonio,
negociación a dos: Cielo e Infierno-
que añadiera requisitos más difíciles
de cumplir,
por ejemplo:
que hubiera un límite hacia arriba,
por ejemplo:
que al llegar a los millones
ciento veinte
en el capital del rico
el derecho a la inmortalidad
se perdiera facto ipso.
Imaginando el apresurado
proceso de enriquecimiento
y el parón consiguiente
-las argucias: esas limosnas repentinas
carentes de continuidad,
y la vuelta al crecimiento ya sin prisas
con moderación-
soltábamos la risa.
Parón y limosnas
que no debían ser excesivos,
ya que se trataba de conseguir
la difícil armonía, el equilibrio;
pues si bajaba la fortuna de los cien
millones limpios
la muerte llevaría a los desafortunados
a su cubil estrecho y frio.
Lamentamos al instante;
tan insólita situación
viendo en ella, los pobres
-acostumbrados a sufrir
un averno de angustia y zarandeo
en nuestra existencia de exiguos-
sintiendo en ella un insufrible tártaro
incrustado en la ansiosa existencia de los ricos.
DESENLACE
Por si acaso; no fuera a ser
cierto
el rumor,
muchos acumuladores, moderando
su extraordinario apetito
adoptaron mi lema:
“Lucha hasta el equilibrio”.
PSdeJ El Escorial 30 de agosto de
2017
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