11/09/2017

Concordia de clases (Poema de Pedro Sevylla de Juana)

                      Dedicado a Amancio Ortega

HIC ET NUNC
Ah, mi España,
paulatina síntesis atroz de este Planeta,
lugar donde al nacer estuve a punto de morir
y hoy, de impotencia y dolor, acaso muera.

PLANTEAMIENTO
Era jueves, catorce,
cuando
tout à coup, de repente
conocimos el rumor
que aseguraba la posible inmortalidad
de los ricos más ricos,
y supimos que alcanzando en euros
los cien millones
de capital uno o diverso,
Dios había decidido
que los ricos más ricos vivieran
por lo siglos de los siglos.

Sentimos, y hay que destacarlo,
la mayor alegría
de nuestra pobre vida de pobres,
contribuyentes natos y netos
al enriquecimiento creciente y bien crecido
de los contrariados,
permanentemente insatisfechos,
ricos.

Alegría sí, mucha, inenarrable
-ancianos, adultos y niños-
pues, al fin,
nuestro esfuerzo íntegro y constante:
un día después de otro, hora tras hora
dedicado a alimentarnos con lo mínimo
y a enriquecerlos al máximo,
cumplió su elevado objetivo.

Quedaba claro,
no éramos tan inútiles
como nos hizo creer su descaro.

NUDO
Hubo multitud de comentarios
y algunas
especulaciones;
incluso se llegó a pensar en la existencia
de letra pequeña en el acuerdo,
-fruto de la intervención del Demonio,
negociación a dos: Cielo e Infierno-
que añadiera requisitos más difíciles
de cumplir,
por ejemplo:
que hubiera un límite hacia arriba,
por ejemplo:
que al llegar a los millones
ciento veinte
en el capital del rico
el derecho a la inmortalidad
se perdiera facto ipso.

Imaginando el apresurado
proceso de enriquecimiento
y el parón consiguiente
-las argucias: esas limosnas repentinas
carentes de continuidad,
y la vuelta al crecimiento ya sin prisas
con moderación-
soltábamos la risa.

Parón y limosnas
que no debían ser excesivos,
ya que se trataba de conseguir
la difícil armonía, el equilibrio;
pues si bajaba la fortuna de los cien
millones limpios
la muerte llevaría a los desafortunados
a su cubil estrecho y frio.

Lamentamos al instante;
tan insólita situación
viendo en ella, los pobres
-acostumbrados a sufrir
un averno de angustia y zarandeo
en nuestra existencia de exiguos-
sintiendo en ella un insufrible tártaro
incrustado en la ansiosa existencia de los ricos.

DESENLACE
Por si acaso; no fuera a ser
cierto
el rumor,
muchos acumuladores, moderando
su extraordinario apetito
adoptaron mi lema:
“Lucha hasta el equilibrio”.



PSdeJ El Escorial 30 de agosto de 2017

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