Dedicado al poeta Ricardo Llopesa
Era de noche.
La mujer nutría
su deseo desmedido:
el amor de un dios!
Se vistió de atractiva desnudez,
(el arma más poderosa)
frunció los labios en sonrisa zalamera,
se acostó sobre el tálamo púrpura.
Los cabellos negros desplegados
completaban el esplendor bélico,
invocación ineluctable.
El dios surgió entre rayos, truenos,
fogonazos de fuego azul... Pájaro celeste
de inefable albura.
Deslumbrada, Leda se entregó
a las múltiples tonalidades del deseo,
y el ave sacra le hizo fértil.
Hijos e hijas le nacieron.
Y así fue cono el linaje pacífico de Esparta,
se inclinó a la conquista y a la guerra.
(Tradução para o castelhano por Pedro Sevylla de Juana)
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