13/01/2021

Adhely Rivero, poemas.


LA CASA


Cuando salí del pueblo pensaba regresar
a comprar la casa de la esquina suroeste de la plaza,
cerca de un puerto solitario del río.
Cuando vuelvo no está en venta y entiendo el arraigo
de sus dueños.
A cada vuelta al pueblo visito la calle y bajo mi familia
a contemplar las aguas pardas bajar
eternamente.
Me enteré que vendieron la casa que me gusta,
cerca de la plaza y del río de mi infancia.
Continuaré a la espera con la oferta en el tránsito
del pueblo que crece y se desborda,
solicitándole a Dios la gracia
que no se nos adelante un turco y la transforme en tienda.
Por las aguas del río pasan las boras
mientras espero el día.




EN EL CIELO DE BAGDAD  
Caupolicán Ovalles
 Alí Al-Shalah.

La luna en Irak no se puede ver
Lástima la cara del nativo
que ha visto caer bombas  todo el año.
De noche al lado de la luna llena caen Racimos,
terminando por creer que una bomba se quedó
pegada al firmamento.
Los mismo ocurre con una sirena letal
que socava los refugios.
Ni los ángeles están seguros en el cielo.
El día que Caupolicán  visitó Bagdad
les llevó el humor y perdieron la paciencia,
todos lo besaban y él sospechaba y se reía.
Hoy nadie duda de la valentía de los hombres
y de los pájaros que se desgranan en el aire.
Cuando termine la pesadilla, dormirán eternamente
en las arenas del desierto
y podremos ver la luna llena en el cielo.



LA SAZÓN DEL HUESO

Nada hay especial en las mujeres de la calle.
Nadie sabe sus compromisos ni su salud mental.
La propiedad de sus trajes ligeros, sus zapatillas
de piel importada.
En la casa nos espera la conquista, la mesa
y la sazón del hueso.
Afuera somos intimidados por virus
en los cuerpos divinos.
En los ojos perfectos perdemos la mirada
y la cabeza.
Me cansa el jardín, la electricidad,
los mercados a la hora del sábado.
Las historias de las mujeres de la calle son
como el fútbol, aburridas,
siempre repiten las mismas jugadas.
O las carreras de caballos, sólo gana uno.
Aunque parezcamos un animal de zoológico
en la casa,
nada es comparable a la vida secreta,
sagrada de los ciudadanos.



ÁRBOL

Este árbol
ha permanecido
en el mismo lugar
Yo he cambiado mi residencia
mi espacio
lejos de los árboles
que en la infancia
daban sombra
Dios expone demasiado a sus criaturas




AMOR, LA ORACIÓN
 …dame al menos el valor                                                                                                 
 para llevar una doble vida.

Señor, hoy intento amanecer
lejos de casa, lejos del sueño apacible del aire
de la habitación.
No me venzas en temores ni pecados,
dame fortaleza para que las cosas se den en armonía,
por lo menos natural.
Hoy tengo la certeza que esto quiero.
Aléjame Dios mío de un ser mezquino,
de las miserias humanas,
de las revanchas del otro.
Cuando me levante en la mañana
para volver a la casa,
tome la llave y la gire en la cerradura
la puerta se abra
y en su sitio encuentre mis pertenencias.
Señor, hazme invisible la alegría
y el trasnocho,
que no pierda la apariencia.




LUGAR DE AMOR
                                 
Pero cada minuto a tu lado
fue la eternidad que otros sueñan.
                                      Gustavo Pereira

Eres la mujer más bella
y completa
que he tenido en mi vida.
Ahora vivo solo.
De una orilla a la otra, el agua
del mar es salobre.
A Dios le quedan días
para los dos en la eternidad.
A nosotros nos atajará la casa,
ese lugar de amor en la tierra.   



EN ESTA ORILLA

Revisando el almanaque me encuentro
en la misma relación de 40 años atrás.
Metido en el amor.
Creyendo en la certeza
que Dios ha estado de  mi parte
a la hora de elegir la mujer.
Nunca me he repuesto bien de un quebranto.
He ganado mucho
pero he perdido todo.
Ahora sigo en esta orilla apartada del mundo.
Habitando en casa de campo.
Me recojo temprano en la habitación
donde leo y escribo
contemplando el desamor y cómo pasan mis días
a la espera de la última mujer en mi vida.



PALABRA CIERTA
             
 … por el alma que ha puesto Dios en mí.
                                                  Igor Barreto

Si un día me abandona la mujer,
soportaré la soledad.
Si me abandonan los hijos,
 la pena me invada.
Si me abandonan los amigos,
las amigas, los vecinos,
el perro y el caballo, estaré muy mal.
Si me abandona la poesía
y la lengua que me cobija
solo Dios sabrá de mi vida,
no tendría palabras para explicarme
y justificarlo.




Adhely Rivero (1954), poeta Venezuelano, é editor e promotor cultural. O poeta reside em Valênça e atua no Departamento de Literatura da Universidade de Carabobo, é coordenador do UIPUC e da Revista POESIA. O poeta recebeu vários prêmios e é autor das obras 15 poemas, 1984; En sol de sed, 1990; Los poemas de Arismendi, 2006; Tierras de Gadín, 1999; Los poemas del viejo, 2002; Antología Poética, 2003; Medio Siglo y la Vida Entera (no prelo).

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