À insatisfeita e enérgica poeta Kiki Dimoula,
Levanta el vuelo la reina de las aves,
extiende mayestática
sus alas
y logra el cielo a
gran velocidad,
izándome en sus
garras.
Con la mirada abarco
el esplendor heleno: historia,
geografía, mito;
resumido en las siete
columnas
del templo de Apolo
en Corinto.
Memoria de las
piedras doblegadas por Fidias,
libertad fructificada,
democrática semilla;
lo terrenal con lo
celeste en convivencia:
Olimpo y
Livadia,
arroyo Ismenos, colina de Cadmeia.
A mi ruego el águila,
liberándome,
se posa suavemente en
Pindhos.
De pan tierno es el
aroma suave que desprende
Ioannina desnuda a la
hora del baño, recostada y mórbida,
los pies en las
sombreadas aguas del lago,
disperso el cabello,
enamorando
a los dichosos que
Ípiros caminan, mostrándoles
la ciudadela y los
bordados, cúpulas de las mezquitas,
esbeltos minaretes,
residencias rodeadas de jardines.
plátanos,
cipreses.
Esposa prisionera en
el harén de Alí Bajá,
para liberarla del
tirano doy mi brazo fuerte,
al servicio de la
cruzada pongo mi espíritu romántico.
La matanza de Kéos
llena de indignación mi ánimo,
la destrucción de
Missolonghi inflama de rabia mi pecho,
os acompaño amigos en
la batalla
que impedirá la
compraventa de este país al menudeo.
El diseminado mundo
griego reacciona,
recordando el
esfuerzo de Milcíades, Temístocles,
Leónidas,
de Epaminondas y
Trasíbulo,
en memoria de Maratón
y las Termópilas.
Con Byron en la
palabra y en los hechos,
con Shelley
avanzo.
Ioannina liberada
besa mi mejilla,
voy con Müller de la
mano,
Brün, Victor Hugo, Lamartine,
y repleto de
entusiasmo
-oráculo en
Dodona-
auguro perpetuidad al
pueblo que recibe
apoyos tales
y tantos,
y a la cultura que
cuenta con tantos y tales paladines.
PSdeJ, verão de 1982, Ioannina (Grécia)
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