I
Fui actriz.
Lo recuerdo aún:
Noches de estreno,
Luces, escenarios, aplausos, vítores.
Se podía creer que yo era
Exactamente
Quién fingía ser.
Actué en los proscenios de la Isla Mundo
Siendo yo y siendo
Ligeras
variaciones de mí misma.
Cuando las luces borraban su esplendor
Bebía el Sol que traía oculto
En un frasco al fondo de la bolsa.
Bebía la luz densa y flexible sintiendo despuntar
el día.
Pensaba: hoy
hasta lo inédito es invulnerable.
En aquel mundo
Manos ávidas se apoderaban del brillo crujiente
desprendido del Sol al transformarse en día.
Seductor, el astro inclinaba en mi dirección
La pelirroja cabellera.
−Te quiero aquí! Te quiero en mí! Te quiero!
Las palabras brotaban límpidas de mi boca
Como si un líquido filón de agua fresca
brotara en pleno desierto:
Te amo!, te quiero!
Entre los dedos goteaba, viscoso,
El fruto preliminar del deseo.
Yo era la prometida inexorable y permanecía
Vestida de luz.
Las nupcias celestes, paradisíacas.
Nuestros cuerpos serpentearon enroscados
como rayos fulgentes.
II
Sentados a la mesa
Presidencial del banquete.
El garzón, impecablemente uniformado
Guantes blancos impolutos
Sirvió, caliente, sazonada, la carne glútea de un
ángel.
Usted, mi enamorado, que me prometía
En propiedad el Edén,
me obligaba a comer bistec de ángel.
Soportaba el horror de sentir entre los dientes
El delicado agasajo,
Delicia, transgresora transgresión, pecado
Suave, esponjado, blando y sabroso.
Mi lengua analizaba la textura del cuerpo
sagrado,
Mi sangre se convirtió en vino de alta
graduación,
Sabor y aroma robustos.
Salivé miel y excreté delikatessen.
III
Elevo los ojos mucho más allá
De lo desconocido.
Y ese cielo ficticio, con el Sol que arrastro y
soporto,
Penitente yo sin culpa,
Existe inexistente.
La fabulación es oficio (arduo y fatídico)
Fabulo para no morir y canto
Cantiga antigua, canción de amiga, amorosa
Trova enamorada.
Quiero palpar el mañana,
El día es la alargada prolongación del sueño.
Canto al amor que traigo desde el origen
de la célula duplicada, escindida,
Amor que continúa dentro y que grita
Toda mi boca abierta en desgarro,
Calentura, ansiedad y deseo irrefrenable
de otra boca ardiente de pasión.
Mi ser se estremece en fuertes sacudidas
dentro del sistema universal,
No encajo en mí, no me ajusto!
Pechos, cintura, muslos; convulsiono!
Estoy desnuda de certezas,
El amor me habita
Siento la llegada inminente del seísmo
Maremoto, tsunami!
Por fin sucede, sucede y sucede.
IV
La vida resulta corta, insuficiente.
Los días no caben en los escasos momentos de
satisfacción.
Canto como quién grita en la oscuridad
Sin escuchar el aleteo
Entusiasta de la propia vida.
El sueño, que ensancha y prolonga la vida
coloreando el acto mismo de vivir, no despierta.
Ceguera.
Llevo la mano al seno, noto vibrar la carne aún
caliente,
Siento el cielo como si volara en el vacío.
El espacio es un agujero, no hay nada más allá de
las nubes.
Recuerda mi dibujo escolar titulado: Cielo con
nubes!
Imagino y no encuentro
la posibilidad inmediata de volver a cantar
ese himno excelso
sinfonía recién concluida.
V
Sentía el cansancio de portar conmigo
El imprescindible, vivificante Sol.
Acunaba el astro entre los brazos
-maternal cuidado- como si
de él dependiera la vida toda,
como si el fuera toda la vida.
Las tinieblas pesaban como pétreos pétalos de
rosa.
El sol pesaba quemando las palmas doloridas
de mis manos.
Era preciso plantar el astro antes de que
explotara:
En ese instante sentía el Sol
Como potentísima bomba estelar!
Camino tarareando la música del pájaro y de la
araña.
El Sol se muestra rubicundo como un todo
ardiente,
Plantar el Sol es mi mayor responsabilidad.
Útero Sol.
Causa del mañana acercándose,
Justificación de mi vientre pariendo alboradas,
Razones de mi cuerpo desmenuzado por los sueños.
Cae la noche.
El Sol no echa de menos la luz que perdió,
No la necesita.
Sombra amiga, cuánto abarca
mi ser día?
Cuándo es tiempo de cosechar
rosas?
La estrella da vuelta a sus
puntas,
Hay desesperación en los
dedos de mis pies.
VI
Corté la cebolla.
Los ojos exploraban la
cocina.
Cada objeto guarda un
secreto.
Hay momentos en que el tintineo
de las cucharas
descubre la presencia de espíritus.
Corté la cebolla y coloqué
en la cazuela
Caliente Aceite y ajo.
El fuego encendido, vivo,
evocaba un frío de ausencias.
Recordé la hierbabuena y la
pimenta.
El verde y el rojo dispusieron
un tiempo
De colores y aromas radiantes
en la mesa.
La felicidad regresaba
Como un muerto resucitado
por la memoria.
VII
Ya fui princesa en el
devaneo de la nostalgia.
Ya fui princesa.
Palpé la poesía
Vislumbré lo envidiable de
una presencia.
Las sombras no permiten olvidar
mi filiación.
Cayó la máscara.
Bajo el barniz otra máscara
y otra y otra.
La soledad desafía, bajo el
no-rostro, tu rostro frío.
La luz débil se proyecta en
el suelo que se abre
Siento el mundo dentro de
mí,
Veo las entrañas de la
tierra.
Fui mujer cuando las mujeres
no sabían
Que necesitaban acarrear el
Sol.
Fui mujer cuando no existían
mujeres ni hombres,
Sólo seres.
La noche posee una razón
desprovista de verdad,
Las sombras se agitan de
voluptuosidad y energía.
Fui mujer probando la
delicia de ser ese no ser.
Ignoraba que las sombras
eran hijas del día adormecido.
Aún lo recuerdo: en mis
sueños fui princesa.
Avancé por lugares distantes
llamándote y llamándote,
Deseando pertenecer a tu
familia.
Quería situar tu nombre
junto al mío,
Esa cercanía me iba a garantizar
que nuestros cuerpos
permanecerían unidos durante
toda la eternidad.
Soñé, soñé, soñé
La realidad reveló que el día
no acaba nunca.
VIII
Nadie en la casa, nada aún
en ella.
El sol extendido sobre la
mesa, ilumina el ambiente,
Un ángel se retuerce en mi
interior.
Falta algo.
El Sol está ausente del esplendor
esplendente,
El Astro Rey perdió su poder.
Las calles desiertas.
Las personas ancladas en el
laberinto de sus
Propias soledades.
Las paredes de las casas
atesoran las últimas
palabras pronunciadas.
El hombre caerá en la
espiral del olvido.
-Te amo!
Oigo a los escombros gemir
como si fuesen carne y sangre.
-Te amo!
Viví el hueco de la casa
eterna, eternamente vacía.
Aquí y ahora necesito tu
presencia,
Exijo que tu cuerpo etéreo
se materialice.
IX
El Sol es una añoranza
llenando el tiempo.
Luché para tener un Nombre,
Colmé la cabeza de teorías
Las paredes cubiertas de
diplomas
Muestran mi fracaso,
demuestran que erré.
Soy alguien cuando tu cuerpo
rasga mis estratos internos,
Penetrando mi integridad,
Fertilizando mi esencia,
Diversificando ese ente que
hoy brilla dentro de mí.
X
Salió de mi boca la palabra
silente
Y voló hacia lo inefable
como una paloma en busca
De otra palabra callada.
Caí de rodillas
Recé incrédula salmos
encantados
Convencida del poder mágico
de la voz dicha
En el momento adecuado:
Hembra final, solemnicé el
momento, danzando alrededor
De las palabras innombrables
Que el Sol iba evaporando.
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