Visita a Diriamba, Nicarágua. |
Delirio divino, así como lo definió Platón; deseo de aquello que nos falta, como lo entendió Sócrates; experiencia a las puertas de la muerte, descrito por Santa Teresa; la temática amorosa forma parte del manantial lírico de todas las épocas, siendo el amor un arquetipo potente que estremece y arrastra hacia el objeto perseguido.
La temática amorosa, plasmada por Rubén Darío en su obra, encuentra resonancia en la tradición lírica en lengua portuguesa, desde las cantigas de amor medievales, pasando por la obra de Luis de Camões que cantó: “el amor es fuego que arde sin ver”; por Eugênio de Castro, a quien el poeta dedicó estudios, Fernando Pessoa y, llegando al Brasil, en las voces de poetas de diferentes épocas: Gregório de Matos, considerado el primer poeta brasileño, Olavo Bilac, Carlos Drummond de Andrade y Hilda Hilst, entre otros.
En la obra dariana, el amor posee el poder de fragmentar barreras y facilitar la coincidencia; y se singulariza, dejando de ser “lugar común” para alcanzar la “universalidad”. El poeta y crítico Pedro Salinas, calificó al bardo nicaragüense como “el mayor revolucionario del concepto del amoroso”. Esa revolución poética dariana puede ser comprobada en la constante invitación a la entrega hecha por el yo lírico: “Ama tu ritmo e ritma tus acciones” (“Ama tu ritmo”); al fin, hasta la “fiera virgen ama” (“Estival). Así, el amor se erige en fuerza vital que posibilita superar “la montaña de la vida” (“Amo, amas”). De ese modo, el amor, para Darío, se hace instrumento de reafirmación vital, se vuelve poesía, se convierte en mito.
Sucedió durante la investigación del maestrado, mientras investigaba la obra de la poetisa portuguesa Florbela Espanca (1894-1930), cuando me encontré con el poeta nicaragüense. Observé que el libro de poemas florbeliano Charneca em flor, póstumo, de 1931, llevaba como epígrafe el poema “Amo, amas”, de Canto de vida y esperanza. Defendí la tesis de la existencia de un diálogo estrecho entre esos dos libros. Así, muchos de los poemas contenidos en Charneca em flor, probarían el impacto que la lectura de la obra de Darío pudo causar en la poetisa considerada como una de las mayores voces de la lírica portuguesa moderna. Presenté tales inquietaciones en el I Congreso Internacional Florbela Espanca, que reunió en 2011, en Vila Viçosa, Portugal, a estudiosos de variados países. Las hipótesis presentadas fueron comprobadas, posteriormente, en la tesis de doctorado titulada A flor e o Cisne: diálogos poéticos entre Florbela Espanca e Rubén Darío, defendida por mí en 2014, en la Universidade Federal do Espírito Santo (UFES).
Florbela Espanca fue una poetisa que, como Darío, conoció mudanzas socio-políticas significativas, incorporadas por la modernidad. Entre ellas el cuestinoamiento de la tradición y la recuperación de los códigos del pasado. El poema dariano “Amo Amas, de la obra Cantos de vida y Esperanza, dice: “Amar, amar, amar, amar siempre, con todo/ el ser y con la tierra y con el cielo, / con lo claro del sol y lo obscuro del lodo. / Amar por toda ciencia y amar por todo anhelo”. En el poema de Florbela Espanca, titulado “Amar”, resuena la voz del bardo nicaragüense: “Yo quiero amar, amar, perdidamente!/Amar solo por amar; Aquí… allá…/ también a Este y Aquel, al Otro y a todo el mundo…/Amar! Amar! Y no amar a ninguno!
Observamos que el poema florbeliano es un clamor obsesivo, en el que se da un uso anafórico de la palabra amar; repetida ocho veces, siete de ellas en el primer cuarteto. En el poema dariano, la palabrea amar se repite siete veces y, amor, una. Florbela Espanca ama perdidamente, y esta pasión, fuerza vital de su poesía, no conoce límites. Florbela describe en su poesía un amor libertario, insumiso y ansioso; que desea un “más allá” del objeto amoroso; pues su amor se extiende hacia “Este y Aquel, el Otro y toda la gente…”, hasta alcanzar el despersonalizado “Amar! Amar! Y no amar a ninguno!”. Para la poetisa portuguesa, la vida, esa primavera con los días contados, solo vale la pena abandonándose al numen, a lo humanamente inexplicable. Desde esa perspectiva, el amor se siente capaz de dar nuevo significado a la vida y vencer a la muerte: “Y si un día he de ser polvo, ceniza y nada/ Que sea mi noche una alborada, que me sepa perder…para encontrarme…”
En “Historia de mis libros”, Darío dice del poema “Amo, amas”: “pongo el secreto de vivir en el sacro incendio universal amoroso”. El amor, cantado por el poeta, tiene como distintivo la continuidad: “Amar, amar, amar, amar siempre”, o sea, sobrepasando el simple placer carnal que se agota en sí mismo –aunque sea esta una de las facetas distintivas de la poesía dariana, un amor completo, integro, que como el descrito en el “Amar” de Florbela, se aleja de la individualidad. Darío defiende el amor como ejercicio verbal que debe ser conjugado “con todo/ el ser y con la tierra y con el cielo,/ con lo claro del sol y lo obscuro del lodo./ Amar por toda ciencia y amar por todo anhelo”.
Si la poética de Florbela, rompió con el ideario femenino de su época, encontramos en la poética de Darío la ruptura con el canon literario, contribuyendo a la renovación del idioma español, inicio del primer movimiento genuinamente hispanoamericano, el Modernismo.
Florbela y Rubén no se conocieron personalmente, aunque Darío visitó Lisboa en 1912 como director de la Revista Mundial. Tras esa visita a Portugal, el poeta viajó a Brasil. Había estado Darío en Brasil en 2006 como Subsecretario de Relaciones Exteriores de Nicaragua, participando en la Tercera Conferencia Panamericana, celebrada en Rio de Janeiro. En esa reunión, marcada por tensiones políticas, el poeta leyó por vez primera el polémico “Salutación al águila”. Siendo aclamado por los destacados intelectuales brasileños: Machado de Assis y Graça Aranha. En 1912 Não fue diferente, recibió a Darío la flor de la intelectualidad brasileña: Silvio Romero y Afrânio Peixoto entre ellos. El renombrado crítico paraense José Veríssimo, intervino en nombre de la Academia Brasileira de Letras, destacando el “funesto” distanciamiento existente entre los pueblos latinoamericanos: “Hijos del mismo continente”, que vivían, “indiferentes los unos de los otros e ignorándonos por completo”. En ese sentido, Veríssimo señaló a Rubén Dario como “uno de los mejores representantes del espíritu latino-americano”, o sea, una personalidad capaz de conseguir la unidad primordial de esos pueblos.
Es indiscutible que, en América Latina, el incendio promovido por el lirismo dariano inflamó a poetas muy distintos. En Brasil, la obra del bardo nicaragüense fue leída y mencionada profusamente por los escritores de los inicios del siglo XX, especialmente Manuel Bandeira. Sin embargo, constatamos que, en la actualidad, tanto su poesía como su prosa son poco estudiadas, aunque se demanden traducciones. Pensamos que ese escenario tiende a cambiar, en la medida en que el eurocentrismo pierde fuerzas y los estudiosos tienden su mirada hacia el Sur. Darío es un poeta de plena actualidad porque canta el amor y la fraternidad entre los pueblos. Difundir su poesía entre los brasileños, nos da hoy la oportunidad de celebrar y fortalecer los lazos que nos unen histórica y culturalmente. Y ese es nuestro reto.
Tradução Pedro Sevylla de Juana
(pedrosevylla.com/ruben-dario/)
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